EUROPA
PRESS
3 mayo
2021
Estos
son los alimentos que debes tomar para reforzar tu memoria. ¿Y los que más la
dañan?
El cerebro es el órgano más importante
de nuestro cuerpo y su funcionamiento es extremadamente delicado. En él reside
nuestro 'yo' y, por lo tanto, todos los cuidados que le hagamos serán pocos
para mantenerlo en el mejor estado y actividad posible.
"La alimentación es básica para la salud en general y
afecta a todo el organismo, pero es de suma importancia para todos los aspectos
de la función cerebral. Igualmente, todos los hábitos de comportamiento
influyen en nuestro organismo en sentido positivo o negativo", advierte en
una entrevista con Infosalus el doctor en Medicina y
especialista en Endocrinología y Nutrición y Medicina de la Educación Física y
el Deporte, el doctor Antonio Escribano Zafra.
Con motivo de la publicación de su libro 'Dieta para el cerebro'
(Espasa), el doctor Escribano, también profesor asociado de la Universidad de
Navarra, y director de la Cátedra Internacional de Nutrición Deportiva
UCAM-Murcia destaca que sí es posible reforzar nuestra memoria a partir de
nuestra alimentación, si bien advierte que casi es más importante también el no
deteriorarla.
"A través de las moléculas que contienen determinados
alimentos lo podemos conseguir. Para ello es necesario mantener una correcta y
equilibrada alimentación de forma general en cuanto al equilibrio de grasas,
proteínas e hidratos de carbono y tener presente ciertos componentes como los
aminoácidos, vitaminas del grupo B, A D, E y C, minerales como hierro, zinc,
magnesio, selenio y calcio y ayudar con componentes de los alimentos como flavonoides,
polifenoles y antioxidantes", defiende el especialista.
En concreto, cita que estos 'ingredientes para la memoria'
se encuentra en muchos alimentos, fundamentalmente en aquellos que forman parte
de una dieta equilibrada si bien resalta las frutas (especialmente frutos
rojos), y las verduras, así como los frutos secos con especial mención a las
nueces, a la vez que los pescados azules, las carnes, los huevos, los lácteos,
o el aceite de oliva, entre otros.
Por el contrario, menciona que el principal deterioro de la
memoria lo producen sustancias como el alcohol, las drogas y el tabaco y
naturalmente los alimentos que contienen una gran cantidad de grasas saturadas
y de azúcar que no aportan nada a nuestro organismo y que sí desarrollan
obesidad. "Hábitos como el sedentarismo y la falta de sueño a lo que se
suele añadir el estrés y la ansiedad, todavía inciden más en el deterioro de la
memoria", apostilla el doctor Antonio Escribano.
El problema del sobrepeso y de la obesidad con la memoria
En esta línea, el doctor Escribano afirma que está
comprobado que la prevención de la obesidad mediante hábitos de vida saludables
también incidiría de forma colateral en la prevención de enfermedades
neurodegenerativas, por la relación establecida entra ambas, ya que los
pacientes con obesidad en las etapas medias de la vida presentan un mayor
riesgo de padecer alteraciones de la memoria y de la cognición.
"Esta relación es directa, pero también está vinculada
con factores que ocasionan la obesidad como, por ejemplo, el alcohol o la mala
alimentación. Otros, como el exceso de azúcar o de grasas saturadas actúan en
la misma medida. Pero también por lo que la obesidad de por sí sola implica en
cuanto al aumento de los factores de riesgo cardiovascular, apnea de sueño,
etc., y la relación de todo ello con la memoria y la salud cerebral",
agrega el especialista en Endocrinología y Nutrición.
Es más, apunta que hay estudios que asocian la obesidad con
un déficit específico en la comunicación entre las neuronas, la disminución de
algunas zonas del cerebro relacionadas con la atención, la memoria y los
procesos cognitivos en general.
En nuestra sociedad actual es frecuente el exceso de consumo
de grasas, sobre todo trans, y de azúcares: "El exceso de azúcar suele
manifestarse con problemas digestivos, alteraciones en la piel como acné,
sensación de hinchazón que se suele interpretar como retención de líquidos,
alteraciones en el comportamiento como irritabilidad e insomnio, y por supuesto
una tendencia al sobrepeso y a la obesidad".
En este sentido, advierte de que el exceso de azúcar puede
perjudicar a nuestro cerebro: "La glucosa, normalmente llamada azúcar, es
el combustible que usa el cerebro. Su déficit modifica las funciones
cerebrales, pero su exceso también. Cuando se suceden con frecuencia subidas y
bajadas de azúcar, se altera la función cognitiva y estos altibajos producen el
enlentecimiento de la función cerebral y la concentración mental".
Con ello, sentencia que el exceso de azúcar hace disminuir
el rendimiento intelectual, ya que su incremento va seguido en muchos casos de
una hipoglucemia reactiva que afecta a la concentración mental. "Al
repetirse con frecuencia estas subidas y bajadas, se produce una especie de
sensación de cansancio en el organismo que atañe, finalmente, al cerebro",
sentencia el doctor Escribano.
A su vez, defiende que para mantener una correcta
alimentación todos los días deberíamos consumir frutas, todas igual de válidas
y necesarias, y de tres a cinco piezas al día. Igualmente, menciona que una dos
veces al día deberíamos consumir verduras y hortalizas, al tiempo que también
de forma diaria conviene ingerir una pequeña cantidad de frutos secos, algo de
pan, lácteos, grasas (sobre todo insaturadas y en poca cantidad), y por
supuesto agua.
Asimismo, sugiere ingerir dos veces por semana legumbres,
arroz, pasta y patatas, y tres veces cereales. De cuatro a cinco veces por
semana carnes (al menos dos de ellas, roja), así como 5 veces por semana
pescado, dos de ellas azul, y huevos (de tres a cinco a la semana).
A todo esto, a su juicio hay que añadir hábitos que
faciliten el proceso digestivo y la utilidad de los alimentos como por ejemplo
el masticar y comer pausadamente, algo fundamental. Por lo general se come muy
rápido, casi siempre sin motivo, solo por costumbre.
"Cuando se hace así se mastica poco o casi nada y se
pasa por alto uno de los procesos clave de la alimentación, que es la digestión
mecánica. Hay que masticar entre 20 y 25 veces cada bocado. Comer sin masticar
y con rapidez tiene un efecto dañino sobre nuestra salud y es la cantidad de
aire que tragamos al comer, que luego cuesta mucho expulsar y que incrementa
aún más la presión dentro del estómago y la sensación de pesadez", agrega.